miércoles, 2 de septiembre de 2020

EXTRACTO DEL LIBRO YO VISITÉ GANIMEDES "LA VIDA EN LA CUARTA DIMENSIÓN" 02 - 09 - 20

  


La vida en la cuarta dimensión.

Varios/Otros


La Cuarta Dimensión, o Mundo del Alma, es un plano de la Naturaleza con substanciales y subjetivas diferencias respecto de nuestro mundo físico. En un capítulo anterior adelantamos conceptos que permitieran entender, principalmente, las diferencias de substancia, o tipo de materia, de que está formado. Ahora trataremos de dar una idea que, sin dejar de ser elemental, permita a los profanos enfocar los principales aspectos de la vida en ese mundo, y poder formarse un concepto más lógico, más comprensible, acerca del magno proceso evolutivo que siguen los espíritus en su largo peregrinaje desde el primitivismo hasta la perfección.

En primer lugar, debemos imaginar un plano o región dividido en varios niveles; pero no son niveles como los que podríamos pensar respecto a un edificio de varios pisos, por ejemplo. No; los niveles de los planos cósmicos no son, propiamente, posiciones superpuestas en sentido horizontal o vertical a manera de los diferentes planos o niveles que conocemos en el mundo físico. De ningún modo. Son estados o condiciones distintas en el desarrollo de la materia y de la Energía, o mejor dicho, de la Substancia Cósmica Primigenia a que nos referimos en la primera parte de este libro, que, según sus graduaciones, frecuencias de onda o vibración, y tipo de fuerzas que en ellos se manifiestan, conforman un determinado nivel de vida. Esto no es tan difícil de comprender, si tenemos conocimiento de los diferentes grados en que la materia, y sus distintas constituciones moleculares, son ya conocidas en nuestro mundo, y las diferencias de frecuencia y manifestación de energía que conocemos y utilizamos ya en la Tierra.

Podemos decir más: en el campo de las ondas electromagnéticas tan minuciosamente investigado hoy por nuestros físicos, más allá de las empleadas por la radio, la televisión y todas las que se está utilizando en la moderna electrónica, se encuentra el límite o frontera en que operan esas otras fuerzas, energías, ondas vibratorias correspondientes a la cuarta dimensión.

Las que norman el desenvolvimiento de la clarividencia y la clariaudiencia, que nos abren el conocimiento directo y comunicación con ese mundo, o plano cósmico, no están muy lejos de las ya conocidas por nosotros que acabamos de enunciar. Esto era la base de investigación del sabio Edison en su afán por lograr el mecanismo adecuado para su evidente manifestación de nuestro plano.

Y de tal suerte, las divisiones o niveles a que nos estamos refiriendo, en ese mundo del Alma, corresponden no a posiciones superpuestas, sino a diferencias de grado en la substancia o constitución atómica y molecular de los tipos de materia que lo forman, y a la diferencia de vibraciones correspondientes a tales graduaciones.

Lo mismo que en nuestro mundo físico, o de la materia más densa y pesada, a mayor densidad substancial corresponde una menor frecuencia vibratoria. Por eso los seres humanos con menor evolución, con menor adelanto en los diferentes niveles de la vida, fruto de un estado menos avanzado en la senda del progreso integral o cósmico, presentan características diferentes en su comportamiento, en su capacidad intelectual, mental, moral, psíquica y hasta en su constitución molecular y vibratoria, con otros más adelantados en todos esos conceptos, por la progresiva transmutación de todos los elementos integrantes del conjunto de cuerpos que los forman.

Cuanto más vulgar, más torpe, inmoral, impulsivo o defectuoso es un ser en los distintos campos de la vida humana, también su cerebro, su sistema nervi oso, su constitución molecular toda, son más groseros, más pesados, más densos, vi bran más lentamente, necesitan de estímulos mucho más fuertes y violentos para reaccionar y comprender, son más propicios a las manifestaciones de la vida inferior o animal; y todo ello tiene su efecto directo, su nivel correspondiente en cada uno de los subplanos, o diferentes regiones en que se divide esa cuarta dimensión, ese mundo del alma.

Para su mejor entendimiento, agruparemos en sólo tres niveles, o regiones, la variada graduación que se observa en el Plano del Alma: Región Inferior, Región Media y Región Superior. Conste que son nombres que les estamos dando para facilitar su entendimiento, y que en esta división pretendemos abarcar la variadísima graduación de estados en que se encuentran todos los espíritus que viven, transitoriamente, en ese plano Cósmico.

Cuando el Ego ingresa en él, por causa de su definitiva separación del cuerpo físico, (Ya hemos dicho que también puede ser conocido y visitado en vida del cuerpo físico, dentro de condiciones de una especial preparación, esotérica e iniciática) lo hace, siempre, por la Región Inferior. Esta es lo que en la religión cristiana se denomina "El Purgatorio", y en las religiones indostánicas llaman "Kamaloka". Es la morada en que se encuentran las fuerzas más negativas de la vida. Los más bajos instintos, las más denigrantes pasiones, los más torpes, feroces, abominables apetitos; las formas de pensamiento más abyectas y absurdas tienen su asiento allí. Y los seres humanos, o Egos, que por esa región pasen, o tengan que permanecer en ella, se ven obligados a alternar con lo más inmundo de nuestra humanidad al mismo tiempo que con los más bajos espíritus de la naturaleza, monstruosas entidades cuya repugnancia y maldad corren parejas y aún superan lo más horripilante de nuestra Tierra...

Una de las leyes del Cosmos, la de la Afinidad, o sea la que impele y une a todo lo semejante, que se basa, igualmente, en la recíproca atracción de similares condiciones moleculares y vibratorias, tiene allá la más evidente y objetiva manifestación. Un Ego que no haya logrado alcanzar niveles de superación o vida, superiores a los que reinan en tal región, empieza a sufrir los efectos causados por todas las acciones delictuosas, por todos los variados fenómenos de su vida de errores. Y en ese plano de existencia nadie se puede sustraer, ni esquivar, ni esconder.

Desde el momento en que se penetra en la Cuarta Dimensión, ya lo dijimos, todo es visible, evidente en grado sumo, y nadie puede impedir que se manifiesten las consecuencias del mal generadas en el mundo físico, a manera de reflejos permanentes de potencia multiplicada por las nuevas condiciones ambientales, que siguen actuando en ese plano en el mismo sentido en que el Ego las ejerciera contra otros en la Tierra, pero en dirección contraria, o sea contra el mismo autor de los delitos, de los errores o desequilibrios de orden moral, material o cósmico, ocasionados por el Ego. Según sea la mayor o menor gravedad de los mismos, es la mayor o menor intensidad con que el Ego sufre esos efectos.

Pero debe tenerse en cuenta que siendo un mundo conformado por substancia y fuerzas más sutiles que las nuestras, en el mundo físico, así también, son mayores, más intensas, las repercusiones generadas por el hecho realizado en nuestro mundo inferior, por ser mucho más fuertes, más rápidas y potentes en ese medio ambiente, las energías vibratorias que lo mueven.

No vamos a entrar en mayores detalles, porque nos apartaríamos del tema principal de este trabajo, y además, volveremos a ocuparnos de este asunto cuando tratemos lo referente a la religión en Ganímedes.

Bástenos saber, por ahora, que el Ego se ve obligado a permanecer en aquella región inferior todo el tiempo que su mayor o menor culpabilidad, o atraso en la escala de la vida, requieran para depurar las consecuencias malsanas de ese atraso. Como todo evoluciona hacia niveles superiores, los lazos, o fuerzas que lo atan a ese medio ambiente, van atenuándose progresivamente. Además no está sólo. En toda la Cuarta Dimensión, como en todos los planos superiores, actúan constantemente diversas jerarquías de seres superhumanos. Aquellos espíritus superiores, custodios y guías de la Evolución a quienes las religiones cristiana y judía llaman "ángeles" en sus diferentes posiciones o niveles. Hemos dicho, también, que la libertad absoluta y el libre albedrío sólo operan en los planos de prueba, en este caso, el plano físico. A partir de la cuarta dimensión, el control y la supervisión de entidades superiores, maestros, conductores o vigilantes, es permanente y adecuada al estado de superación de cada espíritu.

Aquellas entidades superiores pueden discurrir por los diferentes planos cósmicos, según las limitaciones correspondientes a su mayor o menor jerarquía, sin verse afectados por las condiciones reinantes, pues su mayor adelanto, sabiduría y poder les proporcionan los medios adecuados para dominar todas las condiciones inferiores. Esto se manifiesta ostensiblemente, desde la cuarta dimensión, en una aura o envoltura radiante, luminosa, cuyos destellos y potencia lumínica están en relación directa con el grado de adelanto a que han llegado, y por ende al poder que detentan. Algo de esto tiene relación con las aureolas con que en la Tierra se representa a los santos. Y los mencionados seres son los encargados de ayudar a los egos en su peregrinación, y enseñarlos a subir a niveles superiores, cuando el período de depuración, o paso por el "purgatorio" va llegando a su fin.

El espíritu sube, así poco a poco, a los distintos grados de la Región Media, o del tipo de humanidad que ya desarrolló una vida más normal, equilibrada y con menos errores. Y de tal modo el Ego sigue avanzando, en tiempos que dependen exclusivamente de sus propios esfuerzos y mejores intenciones, hasta llegar a los niveles superiores de la tercera región, donde se encuentran los egos cuyas almas alcanzaron, en existencias terrenas, los más puros y bellos aspectos de la vida humana. Hasta esta región, el espíritu sigue atado a todos sus vehículos superiores por los lazos del cuerpo astral, el alma. Y como la mente es uno de aquellos cuerpos, superior al astral, sigue aprendiendo y asimilando enseñanzas y experiencias en todo ese trayecto, más o menos duradero, por el mundo psíquico o del alma.

Cuando se ha eliminado las últimas impurezas, las fuerzas que lo retenían en el plano astral desaparecen, el cuerpo astral se desintegra, y el espíritu, libre ya de sus lazos y de la substancia inferior de ese vehículo, puede pasar a los mundos superiores, por las "puertas" del Mental. Desde este momento se abre para el Ego una etapa brillantísima, de paz y felicidad, en cuyo descanso, como la vacación en el ejemplo de los alumnos de la Tierra, puede valorizar toda la labor realizada en la última existencia y en las anteriores, porque en esas condiciones puede memorizar, contemplar y aquilatar los resultados de toda su evolución. Y del balance que hace resulta la comprobación de resultados. Si ha tenido una larga evolución y ha aprendido cuanto en la Tierra es posible conocer y experimentar, se le mostrarán nuevos campos de experimentación y de prueba.

Otros tantos mundos, superiores a la Tierra, en donde pueda continuar trabajando para aumentar su sabiduría, su moral y su poder. Pero si su adelanto, aprovechamiento, desarrolló y nivel evolutivo generales, no son todavía suficientes, tendrá que volver a la Tierra, para vivir en condiciones que le permitan adquirir las nuevas lecciones, pasar por las pruebas necesarias, saldar las cuentas que, en los niveles cósmicos de la vida hayan quedado pendientes, pagando en situaciones parecidas por todos los errores, delitos o faltas de cualquier orden que hubiere cometido y que, sufriéndolos en sí mismo, le enseñarán a tomar conciencia del verdadero error, conciencia que una vez impresa indeleblemente en la memoria cósmica del Ego, llega a constituir norma de conducta permanente en las vidas sucesivas.

Apreciado todo esto por el Ego, llega el momento de preparar su regreso a la Materia, al mundo físico.

Ayudado por sus Guías Superiores planea todo un nuevo programa de existencia y las entidades encargadas de su ejecución van elaborando todos los requisitos necesarios. Todos los detalles de la nueva encarnación son estudiados y creados prolijamente. Desde la clase de hogar en que nacerá, los padres que ha de tener, el lugar y país, la educación que deberá recibir, las relaciones que lo rodeen... Todos los detalles de la nueva existencia, hasta las pruebas que ha de vencer, accidentes, enfermedades y cuanto pueda servirle para nuevas y útiles experiencias, forman ese plan de la nueva encarnación. Y así preparado, se inicia el viaje de vuelta, pasando otra vez por todos los planos intermedios, en cada uno de los cuales, irá recibiendo la envoltura o cuerpo respectivo, hasta su ingreso al nuevo cuerpo físico, el que será adecuado a las nuevas actividades que su propietario o conductor necesita.

Pero en su nuevo tránsito por la Cuarta Dimensión, esta vez como observador, o estudioso espectador, mientras lo "impregnan" o construyen su nueva alma, tiene oportunidad de apreciar las tremendas fuerzas positivas y negativas que en ese mundo se mueven, y sus influencias y efectos en el mundo físico. Del mayor o menor impacto de esta nueva experiencia, y la forma como logre imprimirla en su conciencia de espíritu, dependerá mucho el temple con que, más tarde, enfrente las pruebas en que tales fuerzas actúen sobre él. Lo que llamamos tentación, no es sino el influjo de aquellas fuerzas provenientes de los distintos niveles inferiores del astral. Y lo que conocemos o denominamos "la conciencia", es la voz interior del Ego que, en su recuerdo de las pruebas y experiencias pasadas, trata de hacerse oír a través de la maraña de cuerpos que lo envuelven. Si ese recuerdo ha sido lo suficientemente evolucionado y fuerte para imponerse y vencer se evitará nuevos errores como los ya cometidos otras veces.

Así va superando el Ego, poco a poco, la ignorancia, el error y la maldad, que no es sino el fruto de la ignorancia de todo esto. Superando sus debilidades, sus defectos, sus pasiones y sus vicios; fortaleciendo sus aptitudes positivas, todas las cualidades y virtudes, va dejando atrás, en el tiempo, la figura endeble y negativa de sus primeras encarnaciones, hasta llegar a niveles en que la cercanía a la superación terrena le abren las puertas de mundos habitados por humanidades más avanzadas y perfectas. En nuestro sistema solar, como en todos los demás sistemas planetarios, existe una gran variedad de mundos habitados por diferentes niveles de vida inteligente. Entre nosotros, por el momento, que nos basten como ejemplo la Tierra y Ganímedes…


Extracto de Yo visité Ganímides
...El mundo maravilloso de los OVNIS
Yosip Ibrahim.

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